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CAPÍTULO 8

红楼梦故事(西文版) 作者:王国振


CAPÍTULO 8

La Mansión Rongguo se prepara para una visita importante

Un día, el primo Zhen acudió con su equipo de ayudantes a casa de Jia Zheng para informar que se había terminado el trabajo en el jardín nuevo.

–Ahora solo esperamos que lo inspecciones para decirnos si hay algo que creas que necesitamos cambiar y también decidir qué inscripciones habría que usar en todos los tableros.

–Por derecho, por supuesto, Su Gracia debería tener el privilegio de hacerlo ella misma –dijo Jia Zheng; pero apenas podemos esperar que los haga de memoria sin haber visto ninguna de las vistas que tiene que describir.

–Mi querido mecenas, tiene usted tanta razón –dijo uno de los literatos–pero tenemos una idea. Las inscripciones para las distintas partes del jardín, obviamente, no pueden desecharse; ni, igualmente obvio, pueden decidirse por adelantado. Nuestra sugerencia es que compongamos nombres provisionales y pareados que se ajusten a los lugares en los que se requieran inscripciones y los pintemos en farolillos de papel rectangulares que puedan colgarse temporalmente horizontal o verticalmente según el caso cuando Su Señoría venga a verlas. Podemos pedirle que decida sobre los nombres permanentes después de que haya inspeccionado el jardín.

–Así será –dijo Jia Zheng–. Cuando miremos realmente por el jardín debemos intentar pensar en palabras que se puedan usar.

Por una infeliz coincidencia, Baoyu acababa justo de entrar en el jardín. No acababa de girar la esquina para marcharse cuando casi se echa en brazos de Jia Zheng y su grupo. Jia Zheng había recibido recientemente de su profesor, Jia Dairu, un informe favorable sobre Baoyu en el que mencionaba su habilidad para componer pareados. Por este informe, Jia Zheng ordenó a Baoyu que les acompañara al jardín. De repente, en la ladera de la montaña por encima de su cabeza, Jia Zheng se observó una roca cuya superficie había sido pulimentada como un espejo y se dio cuenta de que debía de ser uno de los lugares que habían sido preparados para inscripción.

–Aja, caballeros, –dijo Jia Zheng girándose para dirigirse a los otros que estaban detrás subiendo la montaña–. ¿Qué nombre vamos escoger para esta montaña?

Como los literatos se dieron cuenta de que Jia Zheng intentaba probar a Baoyu y estaban ansiosos por no hacer la tarea del chico demasiado difícil, Baoyu tuvo la oportunidad de mostrar sus poemas.

Los asuntos de la Sra. Wang continuaron sin cesar de hecho hasta bien entrado el décimo mes. Para entonces, los contratistas habían cumplido sus contratos, y ya no se podía encontrar ni la más mínima sombra de imperfección. Jia Zheng envió finalmente su solicitud por escrito para una visita. La graciosa respuesta llegó el mismo día: Su Señoría hará una visita familiar el próximo año el décimo quinto día del primer mes, siendo el Festival de los Farolillos.

La Concubina Imperial subió al palanquín, que estaba siendo esperando en el jardín. Pareció entrar en un pequeño mundo completamente dedicado a la persecución del lujo, el descanso y la delicia. Mirándolo desde las profundidades de su palanquín sacudió la cabeza un poco triste y suspiró: "¡Oh, cielos, es todo tan extravagante!" Entonces entró al salón de audiencias de frontal abierto y descendió de su trono. Era el momento de su entrevista con Jia Zheng, que tuvo que colocarse con su padre, de pie, fuera de la cortina de la puerta de la habitación en la que estaba sentada. Se dirigió a él a través de la cortina:

–¿De qué vale todo este lujo y esplendor si siempre voy a estar separada de los que amo, negada de la ternura que disfrutan libremente incluso los más pobres campesinos que sazonan el pan con sal y pepinillos y se visten de cáñamo tejido en casa?

Con lágrimas en los ojos, el buen hombre le dio a la hija el siguiente discurso:

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–Nuestro Amado Emperador, que personifica en su propia persona sagrada las fuerzas que dan la vida que siempre son impredecibles cuando trabajan en el cosmos natural, ha vertido sobre sus agradecidos súbditos una graciosa amabilidad sin precedentes en los anales de la historia escrita, una amabilidad que hasta el gasto de nuestra propia sangre hasta la última gota sería insuficiente para devolver y que solo los más interminables dolores e inquebrantable lealtad en la licencia de aquellos deberes para los cuales le plugo llamarnos podrían expresar adecuadamente. Es nuestra más sincera plegaria que Su Sagrada Majestad continúe mucho reinando sobre nosotros, una bendición para todo su pueblo; y que Su Señoría no sienta ansiedad con relación al bienestar de mi esposa y mío propio durante nuestros, ahora en declive, años, sino que más bien estime y mantenga su preciosa persona, para poder servir mejor a Su Sagrada Majestad con cuidado y diligencia y, por ese servicio, ser merecedores de la tierna visión y amoroso favor que ha sido tan graciosamente encantado de conceder.

Ante este discurso formal, la Concubina Imperial dio una respuesta formal:

–Señor, por supuesto es deseable que ejerzan la mayor diligencia al meterse en un negocio de estado pero se espera que pongan suficiente cuidado en su propio bienestar cuando se está tan implicado, y no se irrite por ansiedad de nuestra parte.

Yuanchun se puso en pie y, ofreciendo que Baoyu mostrara el camino, caminó con el resto de la compañía al salón principal. Mientras seguían bebiendo, Yuanchun mando a buscar material de escritura y, tomando un pincel, comenzó a escribir con sus propias manos algunos nombres para las partes del jardín que más le gustaban. Habiendo terminado con las inscripciones, le dijo a las chicas con una sonrisa:

–No soy un genio, como todas sabéis. Pero esta noche pensé que realmente debía escribir algo, por bien de este hermoso jardín. Pero, mientras tanto, me gustaría que cada una de vosotras, chicas, compusiérais una inscripción que pudiera usarse en algún sitio del jardín y también un poema de fuera con ella. En cuanto a Baoyu: Estoy encantada de que sea capaz de componer versos tan bien y quiero que me escribas un octeto para cada uno de los cuatro lugares del jardín que más me gustan: La Casa de la Náyade, La Residencia de Todas las Especias, esas son mis dos favoritas, La Casa de Las Delicias Verdes y La Granja del Riachuelo de Lavarse.

Baoyu apenas pudo negarse.


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